viernes, 12 de febrero de 2010

La segunda venida del Supremo
Franco Benavides

El segundo ascenso de Su Excelencia creó tal expectativa, que casi igualó a la creada por la segunda venida de Nuestro Señor. Y es que hasta tuvo sus “juanes bautistas” allanándole el camino: “La Nación” lo anunció como el salvador de Costa Rica y la Sala Cuarta lo bautizó con las turbias aguas de una sentencia de insconstitucionalidad.
*
El Redentor, retirado en el reino celestial de su famoso Nobel, se dignó por fin a escuchar el clamor de su rebaño. Movió su poderoso dedo y los sacerdotes corrigieron las tablas de la ley suprema (ciertamente –según una licencia literaria- hubo de moverlo al menos dos veces).
*
En opinión de algunos –que tienen por oficio crear opiniones-, su primer reinado había sido tan bueno, que no repetirlo sería un verdadero desperdicio. Parece, sin embargo, que la memoria del populacho fue presa de la influencia de algún demonio, y el hosanna y el batir de palmas que se esperaba unánime, se redujo a una modesta mayoría electoral de un uno porciento.
*
Ese fue el primer desengaño para Su Excelencia. Le siguió una escuálida y espuria victoria en el referéndum, para la que se vio obligado a consumir todos sus medios y toda su fuerza. Su fama de Gran Estadista y Componedor Unico se esfumó. La sublimidad de su discurso fue a parar en un chabacano “Dichosos los que voten por el TLC porque ya no serán más peatones y viajarán en motocicletas BMW”.
*
Ya al nivel de un simple y mortal político y sin el auxilio de sus maquilladores de imagen, Su Excelencia empezó a acusar las debilidades de la carne: vanidad, soberbia, avaricia, doblez, opacidad, mendacidad, mezquindad, incompetencia, intolerancia; rebasando el límite de los siete pecados capitales.
*
En fin, el retorno de Su Excelencia, en lugar de un lucido y festejado acontecimiento nacional, se ha convertido en una fea y grotesca re-caída.

No hay comentarios:

Publicar un comentario