miércoles, 30 de enero de 2013

El Apostalado de don Albino


ó, de cómo se hace sindicalismo colaboracionista

Franco Benavides

No he visto a nadie tan preocupado por los incentivos de los médicos como a don Albino Vargas el de la Anep.  Ni la gerente de la Caja ha mostrado tan honda preocupación.  Claro, como ciudadanos todos tenemos derecho a meter nuestra preocupación donde nos dé la regalada gana.
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Nadie le puede negar este derecho a ese señor.  Pero, que causa asombro el que un dirigente sindical sea el vocero de tal preocupación, la causa.  Y hasta ha llegado al extremo de pretender convencer a los sindicatos médicos de la necesidad de “desenganchar” los ajustes de salarios del Gobierno Central de los que les recetan a ese gremio. Ya les esté remitiendo una cartita en la que los invita a conversar con él.  ¿Con él?  Bueno, si.  Al menos eso es lo que dice la Extra (29/01/2013). Con él, con don Albino. Tal vez debió ser con la Gerente de la Caja o con doña Laura… pero no, es con ese señor que deben conversar los sindicatos de los médicos. Al menos eso es lo que él cree.
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 Sospecho que a don Albino lo van a dejar esperando; bien haría en sentarse cómodamente.  Y es que nadie espera que sea la cuña del mismo palo la que se empleé para rajarlo.  Y menos que la “cuña” se ofrezca para ese feo trabajo.  
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¿Es injusto que cuando se reajusta el salario a empleados del gobierno central, automáticamente deba ajustárseles a los profesionales en medicina? Bueno, en primer lugar habría que decir que a los empleados del gobierno central eso no les causa ningún daño (salvo tal vez una cierta dosis de envidia, pero aquí no vamos a valorar el “daño moral”).   El “daño” es para las finanzas de la CCSS, del Ministerio de Salud y para los patronos privados que contratan a esos sinvergüenzones que supieron “engancharse”, por medio de una ley, a los reajustes salariales de otros. 
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¿Es injusta y abusiva esa ley enganchadora de salarios? (concretamente el artículo 12 de la Ley de Incentivos a los Profesionales en Ciencias Médicas, Ley No.6836, aprobada en 1982).  Lo que un sindicalista miraría, sin duda, totalmente injusto, es el ajuste salarial del 1.84% que le recetaron a los empleados públicos en este primer semestre.  Eso sí que es una verdadera injusticia.   Pero, ¿son injustos y abusivos los incentivos que se pagan a los profesionales en medicina?  La realidad no es tan simple como para decir si o no sin más.
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Sin duda lo “justo” es cambiante. Tanto que en 1982 los legisladores pensaron que “enganchar” los ajustes salariales  de los médicos lo era.  Ultimamente la Sala Constitucional, la Procuraduría y la Contraloría como que modernizaron sus conceptos de “justicia” y ahora encuentran la mayor parte de los derechos laborales adquiridos mediante convenciones colectivas, como “injustos” y “abusivos”.    Al parecer ahora lo justo o injusto se mide por el impacto que tenga en las finanzas del Estado.  Bueno, cuando de salarios se trata.  Porque si es por compra de servicios o por concesiones de obra pública a la empresa privada… pues, ¡qué importancia tiene el déficit fiscal!
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Pero volvamos al asombro original:  es un dirigente sindical el que está procurando la supresión de un incentivo salarial para un colectivo de trabajadores.  Porque eso es lo que significa “desenganchar” a los profesionales en medicina.  Pero, ¿quién nombró a don Albino apóstol de esa guerra contra los “incentivos” salariales de los médicos?  Nadie que sepamos.  Es el sindicalismo-ciudadano el que inspira a éste señor a defender la Noble Causa de las Finanzas del Estado (y también de algunos empresarios de la salud, como el CIMA, aunque sabemos que ese no es su objetivo, pero como también están “enganchados” los profesionales en medicina del sector privado…, pues, no queda más que desengancharlos de rebote).
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Sin duda es una dura tarea esa de querer ser al mismo tiempo Sindicalista y Ciudadano Ejemplar (ahora voy entendiendo ese galimatías de “sindicalismo-ciudadano”); no porque tales papeles sean contrarios entre sí, sino porque desde el punto de vista de los poderosos, ciudadano y sindicalista son antónimos.  Y bueno, no se puede estar bien al mismo tiempo con Dios y con el Diablo.  Hay que escoger.
                         Limón, 29 de enero del 2010.


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