lunes, 4 de junio de 2012

Hay dos clases de leyes: las justas y las injustas




Negar el derecho a la huelga es negar un derecho humano


Carlos J. Cabezas Mora
Secretario General
Central General de Trabajadores



Mientras estaba en la cárcel el líder del movimiento de los derechos civiles Martin Luther King Jr. escribió: “Uno podría válidamente preguntar, cómo pueden defender la violación de algunas leyes y el respeto de otras? La respuesta puede encontrarse en el hecho de que existen dos tipos de leyes: existen leyes justas e injustas. Estoy de acuerdo con San Agustín en que las leyes injustas no son leyes en absoluto. Ahora, cuál es la diferencia entre las dos?... Cómo determina uno si la ley es justa o injusta?... Cualquier ley que degrada la personalidad humana es injusta.”


Cuando se revisa el reciente fallo de la Sala Constitucional referente a la huelga en los servicios hospitalarios que refuerza la vieja tesis de que algunos ciudadanos no tienen derecho a la huelga, esto es una decisión injusta.


De inmediato se pensará ¿se lesiona al paciente con el derecho a huelga en la Caja Costarricense del Seguro Social, en el Hospital clínica bíblica o el Hospital Clínica Católica?, la experiencia en la institución pública nos ha dicho que quienes más necesitan de los servicios han sido atendidos por la organización sindical durante el conflicto, la cual define claramente no poner en riesgo la vida de los pacientes, en los otros lugares ni se puede soñar porque no hay sindicato.

Otros nos reclaman que la huelga es conflictiva, ¡claro que los es! Es acción directa y pacífica de los y las trabajadoras, una vez agotados los monólogos que son el tipo de dialogo que tradicionalmente dan los representantes patronales-estatales, se convierte en el único recurso que nos queda, pues en la vía legal solo encontramos el camino de la injusticia y la complicidad con el poder económico.

Nos acusan de tener privilegios y si comparamos nuestras condiciones con las de los trabajadores del sector privado en apariencia se confirma esa tesis, pues en ese ámbito lo que priva es la explotación directa, el irrespeto a las “poquillas” leyes laborales y la violación a la libertad de sindicalización.

 
Los “privilegios” extraña palabra pronunciada por quienes tiene el poder político y económico, de quienes sí nacieron con privilegios, ahora nos la lanzan como si tener derecho y mejoras laborales fuera cosa de extraterrestres. Por esta vía de pensamiento en la empresa privada ya es un privilegio que se paguen horas extras, quien sabe qué cosa terrible se sumará a esa lista el día de mañana.

Los empresarios y sus cómplices gubernamentales han sumado a la lista de privilegios la propia existencia de los sindicatos, sin ellos no hay negociación colectiva y tampoco hay democracia, ¡aunque esto les duela a los patrones público y privado!

Nos extrañamos, indignamos como los fundamentalistas musulmanes no le dan derechos a las mujeres, lo cual debemos combatir, pero en nuestro propio terruño permitimos que la injusticia constitucional nos imprima miedo en el corazón.

La Organización Internacional del Trabajo promovió en el ámbito mundial que el derecho de organización en sindicatos y la huelga son derechos humanos ¿Qué significa esto para un país como Costa Rica que se digna ser Estado de Derecho?. Cuando se trata de derechos de los trabajadores parece que es letra muerta.

 
Es de los y las trabajadoras la tarea de liberar sus cadenas, este momento de la lucha por enfrentar la arremetida patronal en la Caja, que pretende arrebatar derechos, no es momento de escuchar las voces del odio que incitan a unos trabajadores contra otros porque tienen más “privilegios”.

 
Este el momento de alzar la voz, de recuperar el coraje, de luchar por el trabajo y la mejora de los servicios sin que eso sea a cambio de rebajar lo que los y las trabajadores se merecen. No debemos permitir el trato inhumano que implica renunciar por omisión a nuestro derecho a la huelga, menos aún por una causa justa.
Este es el momento de dar la justa batalla por la huelga, la mejor herramienta de los y las trabajadoras, pues nosotros no podemos financiar las campañas de los partidos políticos –como hacen nuestros empresarios- para que los gobernantes nos consideren individuos con derechos.

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