Tenemos hambre de co-administrar

Lunes de luna


Tenemos hambre de co-administrar



Franco Benavides Flores
Secretario General
AFUMITRA
Secretario de Prensa y Propaganda
Central General de Trabajadores





No por casualidad el Diablo escogió el poder como una de las tentaciones con que buscó el tropiezo de Jesucristo. Y es que el poder, al igual que el dinero, hace salivar de deseo a la mayoría.

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Cuando no se había inventado aún una forma civilizada de obtener el poder, el envenenamiento y la espada eran la vía principal para acceder y mantenerse en posesión de él. Por dicha la democracia creó el sufragio universal y ahora, teniendo suficiente dinero para pagarse una colorida y ruidosa campaña, en lugar de correr la sangre, corren las falsas sonrisas y las mendaces promesas y, ¡sas!, se engatusa al electorado.

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No debe asombrarnos ver a ciertos personajes de alcurnia haciendo cualquier cosa por llegar a la presidencia o a una diputación. Abrazarse con indigentes olorosos, gritar desde la gradería popular de un estadio y hasta bailar rap en la tarima de las plazas públicas; son parte del sacrificio requerido para hacerse potable a los ojos del pueblo soberano.

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Sí, el poder requiere sacrificio. Pero como decía Oscar Arias: “Gobernar es lo mejor” (¿ó era otra cosa?). Gobernar, es decir, ejercer el poder legítimo sobre un cachimbal de gente, es algo que no puede hacer cualquier patas vueltas. Administrar, que es casi lo mismo que gobernar pero con un poder no tan potente, tampoco es algo que esté hecho para la chusma.

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Pero co-administrar, que es como compartir un poquito del poder de aquel que lo tiene en abundancia, no es algo que esté pegado del cielo. ¿Por qué ha de verse, entonces, como un gran pecado? ¿No se ha dicho siempre que hay que compartir con los demás?

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La carne es débil y nosotros estamos hechos de ese material pecaminoso. Si, es cierto, queremos co-administrar; aunque nos gustaría más aun gobernar.

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Confesado está. Sed benévolos con la condena y de ser posible, dadnos ejecución condicional de la pena.

1º de agosto del 2011