Trabajo joven y no tan joven
• Sobre el actual mercado laboral y código de trabajo en desuso
• Sobre el actual mercado laboral y código de trabajo en desuso
Javier Calvo Echandi.(*)
Una vez instaurados los tiempos de libre comercio y de la mundialización, nos inauguramos una nueva generación de trabajadores. Para el empleado calificado de hoy es impensable permanecer menos de diez horas diarias en la oficina, así como más de cuatro años en un mismo trabajo, quedar embarazada es un tabú y pedir vacaciones un sueño de opio. Se nos contrata por servicios profesionales, donde cada quién paga su seguro social y su aguinaldo. El nuevo léxico incluye un abanico de términos como consultorías, servicios profesionales, trabajo por objetivos, interinos de por vida, en fin, una modalidad que coloca en ruta de extinción los fines de semana, las vacaciones, la familia, pero también cosas vitales como la cesantía, el aguinaldo, el retiro, la jornada laboral y derecho a la maternidad.
En los jóvenes recién insertados al mercado laboral, en maquilas tecnológicas, call centers, se da una ficción donde, en ese ascenso continuo, cada quien es su propio jefe y la figura del patrono se difumina en un enmarañado globalizado.
¡…Pero estamos en crisis y lo importante es mantener el trabajo. El dólar cae y hay que seguir pagando el carro! Llega el primero de mayo y la clase emergente, que ahora va a a la oficina los sábados y hasta domingos mientras deja a los hijos con los abuelos (si es que no están “extreando” también) se quejan de las presas que causan los manifestantes bochincheros y surge la pregunta informada: ¿ahora por qué estarán protestando un sábado?Los derechos laborales para esta nueva generación parecen un tema de sindicatos majaderos y en extinción que insisten néciamente en defender muelles y compañías eléctricas, telefónicas y de seguros. Para la prensa, éstos solo defienden sus propios intereses milenarios. En un mundo “post-capitalista” la figura del sindicato queda vacía de contenido, igual que otras figuras del bestiario político como: institución, Estado, partido político y democracia.
Temas ausentes. El llamado “Estado de Derecho” costarricense ya venía flaqueando en identificar cómo ese sector creciente llamado de servicios, ocupado mayoritariamente por jóvenes, se relaciona con los trabajadores, y sin querer queriendo se promovió un Ministerio de Trabajo de perfíl bajo, ausente. Tras más de dos décadas de ir quebrando el mito de un país enfocado en aumentar su calidad de vida, seguridad social, educación y cultura, en un país diferente, se debate generacionalmente temas ausentes como la humanización del trabajo, las conquistas sociales y laborales. Por un lado, vemos cómo el modelo de país actual se concentra en formar empleados calificados para la oferta mundial, donde la preocupación principal es el índice de desempleo. Pero por otro lado, el Gobierno hace un salto en garrocha vinculando la crisis a la propuesta de Ley de Empleo Público, como algo absolutamente necesario para superar la tormenta.
Con ínfulas de universalidad, la nueva ley pretende “poner la casa en orden” en lo referente al empleo público, bajo la promesa de cortar beneficios a los sempiternos burócratas, se motiva el modelo de “empleo basura”: interinos sin horarios, anualidades, cesantías, vacaciones, con el objetivo de poder recuperar aquella infalible arma gerencial: el despido. En un golpe maestro se coloca por encima del Código de Trabajo, donde las negociaciones colectivas son impugnables y se deroga el salario escolar. Las pensiones están sin duda en la mira y la llamada “edad productiva” puede ensancharse tanto como la esperanza de vida de los nicoyanos. Estará por verse su vigencia frente a convenios internacionales que parece pasar por alto.
Desaparición del diálogo social. De nuevo se disfraza de eficiencia un tema de control, clientelismo y fin del diálogo. Los empleos del sector privado se sacan del saco. Lo grave es que anulando al trabajador como actor democrático desaparece también el diálogo social fundamental entre empresarios, Estado y trabajadores donde radica una cuota importante de soberanía. Los jóvenes pierden otro espacio.
El urgente camino a la eficiencia estatal es tan complejo como el problema mismo, vemos cómo los europeos ven en riesgo su gran construcción por exigir recortes y despidos a la vez que pregonan sus Estados Nacionales. Pero en la escuela de los hermanos Arias, la dinamización de algunas instituciones como la Defensoría, el Tribunal Supremo de Elecciones, la Sala IV nos costó el precio de la legitimidad, la libertad y la transparencia. Esta falta de diálogo entorpece cualquier acercamiento y los encuentros seguirán siendo entre la policía y manifestantes.
Aquí lo que está operando es un cambio cultural, donde la apatía tiene nombre y apellido. Sin otros liderazgos y nuevas formas en que los jóvenes se vinculen a su realidad, la nueva Ley de Empleo nos lanza a la estratósfera desarrollista, donde ya no hay trabajo sino empleo. Veremos si los boletos ya están vendidos.
*Licenciado en Filosofía(calvosan@gmail.com).
No hay comentarios:
Publicar un comentario